jueves, 6 de noviembre de 2014

Gracias por darme vida

Gracias a todas las personas que leísteis mi artículo anterior sobre las necesidades de voluntariado de La Casa Grande y lo difundisteis. Sé que sois muchas. Cual ha sido mi sorpresa que esta mañana tanto Joan como Filo  de la asociación se han acercado a comentarme que están recibiendo algunos correos de solicitud de voluntariado y concretamente dos personas les han hablado directamente del artículo que escribí. Aún me ha gustado mucho más cuando me han dicho que una de ellas ni siquiera me conoce en persona pero había leído el artículo y había decidido ofrecerse como voluntario.

Enseguida te he buscado Oscar pero no te he encontrado. Ni en Linkedin, ni en Facebook, ni en Twitter. Ni siquiera eres un seguidor ni un contacto, probablemente compartimos alguno de los grupos de Linkedin en los que publiqué la entrada, o quizás no. Quizás sólo la vieras de pasada y te entrara la curiosidad. Te he buscado para darte las gracias. Para decirte que sigas adelante porque el mundo necesita más personas como tu, personas que dan sin esperar nada a cambio más que la satisfacción intrínseca de hacer un buen trabajo y compartir con otros, de favorecer un mundo más justo.

Porque hoy me he levantado contenta pero alguien me tiró un pequeño dardo al corazón. Fue sin querer, lo sé, pero dolió. A veces pasan esas cosas. Que aprecias a alguien y parece que tu no le importas nada. Tampoco ayuda tener un corazón sensible de esos que por principio se niega a colocarse la coraza. No sé si a vosotros también os pasará pero cuando alguien me desprecia el mundo se oscurece y me parece más lúgubre, más frío, más absurdo. Porque soy de esas personas que habitualmente dan y piden para los demás y no para ellas. De esas personas que consideran valiosas las cosas intangibles como el cariño, la alegría, la escucha, el tiempo. Esas cosas que aún uno puede conseguir gratis pero que no todo el mundo es capaz de ofrecer. Son tan valiosas esas cosas que no esperas ni de lejos que nadie te las devuelva en la misma medida, principalemtne porque quien más las necesita es a veces quien menos está en disposición de devolverlas. Realmente sólo esperas de esas personas lo mínimo que se puede ofrecer a los demás, respeto y atención. Pero a veces ni siquiera recibes eso.

Saber que mi trabajo y mi esfuerzo, que  todo el amor que pongo en lo que hago llega a algún lugar que no conozco me ha impactado muy positivamente y me ha quitado la pena de un plumazo. Por eso muchas gracias a todos, no sólo a mi querida Ana y a Oscar, también a Filo y a Joan por decirme que funcionó y hacerme tan feliz con ello. Por cierto, necesitamos que siga funcionando, porque aún se necesitan voluntarios.



Cuando uno sale de la espiral negativa de la queja y la tristeza de pronto el mundo parece distinto. Te das cuenta de que tienes tanto que otros no tienen. La suerte de haber nacido en un lugar determinado del planeta, en una familia determinada, de tener los amigos y amigas que tienes, de vivir en el barrio que vives, en la casa que vives, de que tu hija sea como es y de tener tanto amor y atención de manera constante por parte de personas con mayor o menor afinidad. Que sin tener nada de dinero todas tus necesidades sean cubiertas por esas personas buenas y atentas que te rodean en la vida.

Tengo tantos ejemplos recientes de lo generosa que es la vida conmigo que ese pequeño desprecio se ha vuelto una mota de polvo y he soplado para que se fuera para siempre su recuerdo, para olvidar. Porque las personas como tú y como yo tenemos que recoger toda esta energía que se nos ha dado, todo este sentimiento, toda esta capacidad de entrega y dedicarla a las personas que lo merecen y a las causas que realmente valen la pena.

Dedico este post a mi vecina Yolanda que me acaba de llamar ahora mismo al telefonillo para decirme que bajara al portal a por unos zapatos, unas deportivas, un bolso y algunas otras cosas más que ella no usa. Le he dado un  abrazo y las gracias y me ha dicho, "porque tu siempre que me ves flojilla te has dado cuenta". Claro, Yolanda, tu también eres de esas personas que valoran las cosas intangibles. Gracias, Gracias a ti también. Me has emocionado.

Gracias también a María Luisa. Ella sabe quién es y por qué.

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