viernes, 14 de marzo de 2014

Cuidado con lo que te ofrecen y con lo que te prometen


Hay momentos en la vida los que siento que tengo el muñequito de inocente pegado en mi espalda o en mi frente. Cuando me doy cuenta me prometo a mi misma que nunca más me pasará sin embargo me pasa y me pasará. Soy, como muchos, una persona que confía en las buenas intenciones de  los demás, y a veces se me olvida que siempre hay gente dispuesta a sacar tajada de los confiados.

Cómo detectar a las personas que te quieren tomar el pelo:

1- Son muy majas y con grandes habilidades sociales hasta que las pones en duda o las cuestionas, entonces se demuestra totalmente lo contrario.

2- Te prometen ayuda, ingresos, diversión, compañía y apoyo, todo eso que tu necesitas, lo que tu no sabes es que luego pagarás por ello de una manera o de otra pero será caro.

3- Intentan demostrarte lo grandes que son, la importancia de sus entidades, la calidad de sus empleados o la cantidad y lo mucho que han ganado y te dicen que podrás ser como ellos si les sigues ciegamente.

4- Te ayudan a lograr tus sueños de manera desinteresada, por el bien de la humanidad, ellos no ganan nada, más bien pierden, luego se demuestra lo contrario.

Voy a poner varios ejemplos verídicos:

Cuando tenía 18 años un chico un poco mayor que yo me paró por la calle preguntándome si quería responder a una encuesta. Como soy tan inocente y el chico estaba bien le dije que sí. Me hizo muchas preguntas sobre lo que quería en la vida, si me parecía que el mundo era justo y si estaría dispuesta a hacer algo por mejorarlo, y claro, le dije que si. Luego empezó a hacerme preguntas personales del tipo; dónde vives, que estudias, cuantos años tienes.... Me dijo que estaba en una asociación sin ánimo de lucro que luchaba por mejorar la sociedad y que era gratuita. Me preguntó si me interesaría colaborar con ellos desinteresadamente pues tenían el local cerca y le dije que si. Me llamó la atención que el local estaba desordenado, muchas personas se agolpaban haciendo cola frente a una mujer sentada en una silla plegable que tomaba notas en una mesa de camping. Al fondo una puerta cerrada detrás de una pared. Sin más explicaciones aquella persona tomó todos mis datos personales, que yo le di sin más preocupación y me dijo que debía esperar a que salieran los que ahora estaban dentro del aula y que posteriormente entraríamos a una charla. Le pregunté sobre qué era la charla y me indicó que me lo dirían en el interior de la misma. Al preguntarle si podría salir si no me gustaba lo que allí se trataba me dijo que no, que no se permitía salir a las personas de la charla. Estas tenían que escucharla del principio hasta el final. Pensé en mis padres esperándome en casa y le dije que volvería más tarde pues me estaban esperando. Al volver a casa reflexioné sobre el asunto y me pareció todo un poco raro. Al mes una chica llamó a mi casa preguntando insistentemente por mi. Eran de la asociación, les dije que no me llamaran más, intentaron convencerme para que volviera pero les dije que no rotundamente. Al cabo de tres meses cerraron el local, era una secta y le estaban sacando la pasta a la gente. Salió en prensa.

Un caso mucho menos grave fue el de una de las formaciones de Postgrado que realicé en una prestigiosa entidad de ámbito nacional. Era la primera edición del mismo que se celebraba en Valencia y en Barcelona la formación tenía muy buenas críticas. Aquí en Valencia pusieron a un chico jovencito de coordinador del mismo el cual me indico que tendría que pagar una elevada cantidad a cambio de la realización del mismo, el cual impartían prestigiosos profesores, entre ellos el afamado creador de la entidad, que estaba reconocido por una universidad catalana, que se nos entregarían materiales de calidad con la información de cada uno de los temas tratados y que, por último nos garantizaban unas prácticas relacionadas con el contenido. Pues de todas esas promesas sólo se cumplieron lo de los prestigiosos profesores y, por supuesto, lo de la elevada cantidad. Los alumnos que pronto hicimos amistad nos vimos en la obligación de "pegarles el toque" recordándoles que sus alumnos llegaban a través de la buena o mala publicidad que de ellos hicieran los alumnos de ediciones anteriores y únicamente de esta manera conseguimos que cumplieran el resto en alguna medida, que tampoco por completo.

Por último, y por no extenderme mucho, voy a contar lo que sucedió a una persona que conozco. Vino el chico muy contento a decirme que se había registrado en una web y que le habían llamado al móvil ofreciéndole un curso con el que posteriormente le garantizaban un trabajo. El curso en cuestión valía 400 euros. Como agravante a esto he de decir que esta persona estaba en ese momento sin cobrar ningún tipo de ayuda viviendo con un familiar que a su vez cobraba una ayuda y estaba a punto de perder su piso por no poder pagar la hipoteca. Llame personalmente al centro de formación que después de mucho rollo reconoció que la decisión de contratar a la persona la tomaba la empresa en la que harían las prácticas durante un periodo de tiempo de manera totalmente gratis pero nadie le garantizaba al alumno el puesto de trabajo, ni siquiera se comprometían a un porcentaje de inserción de alumnos pues la empresa podía finalmente rechazarlos a todos por no poder o quererlos contratar.

No voy a entrar en más detalles pero el engaño que juega con la desesperación está a la orden del día, eso no cambia. Personas que te prometen ingresos fáciles sin riesgos o personas para las que trabajas pagándoles tu a ellos a cambio de una gran experiencia. Personas que te ofrecen trabajo a cambio de nada tangible, de humo. Pero eso si, un humo de alta calidad y elevado prestigio internacional. Les da igual si tu situación es desesperada, lo que importa es ganar dinero a cambio contigo y ellos te darán eso que tu quieres por lo que estas aquí, te darán la gloria, el éxito, el dinero. ¿Que es lo que deseas?.

Hoy he vuelto a tener de nuevo esa sensación. Podría estar equivocada. Ojalá esté equivocada. Pero ya son muchos años y muchas experiencias y después de reflexionar una se da cuenta de que ha vuelto a tener en la frente el muñequito de inocente.

Podría pasarte a ti. Cuidado por favor. ¡¡Cuidado!!

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