El mundo que construimos no está preparado para la diversidad. La diversidad es la realidad más común. No hay más que echarle un ojo a las personas que nos acompañan por la calle y lo primero que detectamos son sus peculiaridades. Sin embargo. Nos empeñamos en guiarnos por la norma estadística a la hora de producir pensando que atendiendo o contentando a la parte más frecuente lo estamos haciendo de la mejor manera. Sería mejor construir, producir, crear cosas o servicios flexibles y adaptados a las necesidades de cada persona. Esto en realidad ya lo estamos haciendo a través de Internet en muchos aspectos.
Todos somos especiales, no hay grados ni clasificaciones, hay diferencias. Pero hay aspectos que pueden resultar muy desfavorecedores en la vida cotidiana. Pongamos algunos ejemplos: suponemos que todas las personas oyen y ven con normalidad, suponemos que todas las personas entenderán lo que digamos fácilmente, que hablarán nuestro idioma, que sabrán leer, que tendrán una familia o amigos, que su vida no habrá pasado por ninguna experiencia dramática o catástrofe estresante, tendrán un lugar al que llamar hogar, que estarán sanas y se sentirán físicamente bien.
Nadie en esta vida está a salvo de esto. Las circunstancias de la vida que te pueden llevar al riesgo de exclusión social pueden ser variadas. Como orientadores, o como psicólogos y trabajadores del ámbito social podemos encontrarnos personas con las siguientes circunstancias.
- Personas con grandes dificultades educativas y carencias formativas.
- Personas con periodos largos en desempleo, sin ingresos y con familiares a cargo.
- Personas que han pasado tiempo en prisión y se reincorporan a la vida cotidiana.
- Personas víctimas de la violencia doméstica con o sin cargas familiares.
- Personas con carencias físicas y/o sensoriales y/o psíquicas.
- Personas con enfermedades crónicas físicas o psíquicas.
- Personas que se encuentran solas, sin apoyo social, por haber perdido a su familia, no tenerla cerca (inmigrantes por ejemplo) o estar esta totalmente desestructurada.
- Personas sin hogar que viven en la calle o en instituciones sociales que las acogen.
Las personas en riesgo de exclusión tienen una característica común. Lo tienen más difícil para todo y están acostumbradas a que su vida sea una lucha contra los obstáculos internos y externos. Sus circunstancias peculiares implican necesidades peculiares y, por tanto, respuestas peculiares. La atención a la diversidad en cualquier caso requiere como mínimo un trato excelente basado en tres puntos esenciales.
- La escucha detenida, activa y libre de prejuicios.
- La detección de las necesidades e intereses de la persona.
- La respuesta e información especializada.
1- Escuchar con el corazón.
En mi opinión considero esencial que las personas que tienen necesidades especiales sientan que la comunicación conmigo, independiente de la duración de la misma, ha sido fluida.
A veces escuchar a una persona va más allá de oír lo que dice, también implica observarla e intuir a través de esa observación qué necesita exactamente. En muchas ocasiones las personas no dicen lo que necesitan abiertamente pero podemos intuirlo a través de su manera de expresarse, de cómo dicen las cosas o sus movimientos al expresarse.
2 - Detección de las necesidades.
En orientación cometemos el error común de presuponer que todas las personas necesitan la misma información. En ocasiones seguimos unos pasos determinados y un esquema de contenidos que a la persona le resultan de poca utilidad. En vez de eso pregunta mucho hasta que des con aquello que realmente necesita.
3- Respuesta adaptada.
Cuando atendemos a personas en riesgo de exclusión es más necesario que nunca el conocimiento de los recursos cercanos y adaptados a las necesidades de la persona. Podemos hablar de entidades que ofrezcan empleo y/o formación a colectivos específicos o de los recursos públicos disponibles en un momento determinado y que pueden ofrecerle a la persona un apoyo puntual o continuado en algún aspecto de sus circunstancias que sea de gran importancia en la consecución de sus intereses laborales, por ejemplo. Podemos hablar de conocer o saber buscar por ejemplo información especializada o profesionales preparados para ofrecerles lo que buscan adaptado a sus especiales circunstancias.
Por último, es necesario tener mucha paciencia porque la frustración que a todos nos generan las dificultades en la vida en estos casos pueden estar más acentuadas y hay que comprender y aceptar la rabia que esto genera y canalizar las situaciones complejas que se puedan derivar intentando que la persona se vaya satisfecha con su trabajo y con la atención recibida.
Os dejo este vídeo de una entrevista que se compartió en las redes sociales y se hizo en televisión a Pablo Pineda un chico con síndrome de Down que habla de la diversidad y las limitaciones como algo universal y nuestro afán de medir y clasificar. A mi me encantó, espero que os guste.
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